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Roberta

A Roberta la vi en una campaña gráfica y me enamoré instantáneamente. Se parecía mucho a una chica que me abandonó a mis 30 años.



No fue difícil ubicarla, y a los pocos días la tenía en mi mansión veraniega, vistiéndola con bikinis y tomándole fotos para una supuesta prueba.

Al primer comentario baboso de mi parte me puso esta cara. La tonta se pensó que su mirada me intimidaría.

¡Dios, qué frescura de mujer!

La alabé un poco y mejoró su humor.

Estuvimos toda la tarde charlando y haciendo fotos. Era perfecta en todos los sentidos.
Quería comerle ese coñito, quería morderle esos labios...

"Así que eres dueña de una agencia", me dijo con su delicada voz y con esta mirada irresistible.
Ya la tenía adentro.

Le tomé esta foto después de invitarla a la cama. Así me miró. "Vamos", me dijo con su media sonrisa asesina.
Hicimos el amor esa noche varias veces. Roberta era muy activa y me hizo muy feliz.
Pasamos todo el fin de semana juntas. Le hice cosas muy puercas, ella sufrió un poco, pero se quedó conmigo.
Salimos durante 4 meses, mientras ella modeló para mis clientes.
Lamentablemente se complicó todo cuando la involucré con mis amigos y amigas degenerados.
Confieso que la extraño bastante, pero al menos tengo el consuelo de tenerla filmada en los videos porno de las orgías con viejos y viejas decrépitos donde la metí.

Madame Marie