Me fascinó desde el primer instante en que la vi.
Obviamente traté de seducrila, la acosé durante años, hasta encontrarle su punto débil.
Un día en que el colegio entero celebraba la graduación de sus alumnos de 5º año, la cité en las escaleras. Todos estaban en el salón de la planta baja. Sólo nosotras estábamos allí.
Le dije que si quería aprobar el curso debía mostrarme las tetitas.
Alexa dudó unos momentos, pero me dio el gusto, a regañadientes.



Moría por verla toda desnuda. Ella estaba muy tensa, temía que alguien apareciese en cualquier momento. Me gustaba esa tensión, pero la chica no se relajaba.

Me le acerqué para abrazarla y besarla, pero se puso seria y me pidió que nos viéramos otro día.
Había estado a centímetros de besar su boca y sus pezones.

Unas semanas más tarde, Alexa estaba en mi jardín, increíblemente bella, y mucho más relajada.
Se había vestido muuuuy sexy y había venido decidida a aprobar su año, a pesar de que oficialmente tenía muy buenas calificaciones. Es que Alexa era una alumna modelo.

Le dije que quería verla completamente desnuda.


Le pedí que se masturbara delante mío. Lo hizo sin convicción, pero me permitió ver los pliegues de su feminidad.
Mi obsesión ya era otra.







Primero la dejé en manos de Don Ramón, quería ver cómo le perforaba el clítoris.
























Fue un espectáculo maravilloso.
Luego vino mami, para curarla y consolarla. No se imaginan lo cariñosa que fue desde entonces conmigo.
Madame Marie