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Lolita de agua

A esta lolita la conocí en Punta del Este.



Se llamaba Soledad. Pegamos buena onda instantáneamente. La invité a dar una vuelta en lancha, ella fue a pedirle permiso a los padres y volvió con su bolsito para zarpar conmigo.

Fuimos hasta un lugar alejado, lleno de rocas gigantes.
Soledad estaba fascinada con la lancha, con el paisaje y conmigo. Me contó que estaba en 4º año del secundario y muchas tonterías sobre sus amigas y compañeros.

Paramos en una bahía, me saqué la remera y quedé en malla. Ella me imitó y se tiró al agua.

Yo subí a una roca y comencé a tomarle fotos. Le gustó.
Le tomé unas pocas en bikini, pero enseguida le pedí que se desnudara. Aceptó la idea con entusiasmo, sólo me pidió que después se las pasara.














Me acerqué a ella y le tomé esta última foto.
Bajé la cámara y la miré a los ojos. Ella me sostuvo la mirada, tal cual como se ve. Ahí vamos, me dije.
Me paré frente a ella, bien cerca, vi hincharse su pecho, no dejó de sonreir. Le encajé el primer beso, y lo recibió. Apenas abrió la boca, pero le lamí los labios y los dientes, empujé con la lengua y logré que se abriera.
La besé largamente, ella no sacaba la lengua, estaba tensa, pero igual me aceptaba dentro de su boca. Le metí la mano entre las piernas y allí comenzó a lamerme la lengua.

Me la cogí sobre las rocas, fue inolvidable. La chupé toda, le metí dedos por todos los agujeros. Oriné encima de ella y luego la penetré con dos dildos manualmente. La hice chillar como marrana. Entonces sí me besaba con fervor.

Luego, me até el cinturón con dildo, como para follármela de verdad, y se horrorizó, saltó al agua, la corrí, la tomé del pelo y la llevé a la arena, la puse contra el piso boca abajo y allí mismo la sodomicé.
La di vuelta y me la cogí cara a cara. La hice acabar tres veces.

Ella lloraba debajo mío. "Vos vas a coger conmigo todo este verano", le dije.
Con Soledad pasé un estío maravilloso. Le hice cosas muy feas, pero ella las soportó y me dio grandes satisfacciones.
Tengo su dirección, así que de vez en cuando me la llevo a mi mansión.
Es tan dulce y sumisa... seguimos teniendo la misma química que en aquel primer momento.

Madame Marie