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Hard candy

A esta rubiecita le prometí hacerla famosa con mi agencia de modelos. No me costó mucho convencerla de que me diera su mejor zona erógena. Ella sola me confesó que era su ano, que le encantaba recibir por ahí.
"Hacé lo que quieras con él", susurró. La boba pensó que yo sería muy, digamos, femenina.
Me puse el pene postizo bien ajustado, insertado en mis propios orificios, y le di tanta caña que pensé que la rompería toda. Gritó como un animal en el matadero, pero se la recontra bancó, tenía un cuerpo fibroso y fuerte. Eso sí, le sangró mucho, y se lo lamí como vampira.
Tuve que guardarla en mi mansión durante una semana, apenas si podía caminar. Aproveché a hacer todas las cosas que pude, la conquisté en cuerpo y alma. Fue uno de los mayores placeres de mi vida.

Madame Marie