No era especialmente bonita, pero había algo pervertido en su mirada que me seducía.
En su último año, y antes de que se me complicara tenerla, como era "mi" alumna, decidí encararla.
Fue en elcampo de deportes, después de la clase de gimnasia. Ella no había podido practicar porque tenía un esguince de tobillo.
Mientras todos se iban, la paré y le pedí que me acompañara.
Le dije que si no me mostraba las tetitas, la haría repetir el año.




Cuando le ordené que se bajara la bombacha, para mi sorpresa, obedeció.

¡Cómo besaba la pendeja!
La tiré al piso, la desnudé completamente, me desnudé y la aplasté durante media hora, una hora, no sé, fue increíble, interminable.
Nuestros cuerpos tan diferentes, mezclados sobre el pasto, una sensación inolvidable. No podía dejar de besarle, lamerle y comerle la boca.
Cuando quise mi orgasmo, me senté sobre su cara para frotarme la concha hasta acabar y mearme encima de ella. Fue una experiencia maravillosa que recordaré por siempre.
Ella quedó en el suelo sollozando.
A mí me tentó tanto que me le tiré encima y la cogí con el puño. Le metí la bombacha en la boca para ahogar sus gritos. Tardé una hora en meterle la mano entera adentro, era muy jovencita y muy estrecha. Pude sentir sus orgasmos en mi mano. A veces me gusta sólo eso, percibir cómo acaban y no ser tan angurrienta con mi placer.
Al terminar, le dije que pasara por mi oficina cada día después de clase.
Y así lo hizo hasta culminar su secundario.
Madame Marie