Esta rubia me tenía loca, la veía pasar, correr, hablar, besar a su novio, jugar paleta...
Hasta que un día me decidí y la seguí, y la encaré.
Le dije directamente que quería hacer el amor con ella. Me miró así, como en la foto, con tanta suficiencia que me rabió.

Y se marchaba, ¡se me escapaba!
Por fortuna, podía contar con mi amigo Don Ramón, un hombre de otra galaxia, un poco mayor que yo, mi gran compañero de andanzas, con el que compartimos casi todo.
Don Ramón se le cruzó en el camino a la rubia y no la dejó pasar. Entonces actué. Fue fácil meterla entre los dos debajo de los matorrales, en las dunas.
La hicimos mierda ahí mismo. Era preciosa y nos la quedamos bastante tiempo.
Madame Marie
PD: De paso, les dejo una foto de mi amigo eterno, Don Ramón. Se nota que es un tipo de pocas pulgas ¿no?
Además detesta que le saquen fotos. Si se entera que publiqué una suya aquí... Bueno, pero que se la banque, yo puse la cara, cualquiera puede reconocerme ahora por la calle, que él también se haga cargo. He dicho.
